"Dios es Amor, y el que permanece en el Amor, permanece en Dios y
Dios en él."(1 Jn 4,16).
A nuestro regreso de un
viaje que hicimos a finales del mes de marzo, con Luis, tú papá, nos enteramos
que Dios nos había entregado una nueva Bendición para nuestro hogar. Para entonces yo tenía cerca de dos meses de
embarazo. Con mucha alegría le contamos
la nueva buena a tú hermana Valeria (1 año y 5 meses), quien a su manera se
mostró muy contenta. Tal como lo hicimos
con tu hermanita, comenzamos a darte todas las atenciones que necesitabas para
que fueras creciendo sano y fuerte. Al
día siguiente que nos enteramos fuimos con tú papi a Misa en la Iglesia de la Parroquia San Antonio María
Claret, para darle gracias al Señor por tú presencia en nuestras vidas, y al
terminar nos acercamos hacia la
Virgen de la Buena
Esperanza, y te encomendamos a Ella, pidiéndole que desde ese
día te proteja, te llene de bendiciones, y sobre todo te guíe por el camino que
lleva a Nuestra Señor Jesucristo.Mamá, Papá y Valeria.
El 26 de junio, acudimos a
la cita mensual con el ginecólogo, cuando yo tenía 4 meses de embarazo, y era
una cita algo especial porque íbamos a conocer tu sexo. La cita se desarrolló normal hasta cuando el
doctor comenzó hacer la ecografía. Con tu
papi nos comenzamos a sentir nerviosos e inquietos porque el doctor había
cambiado de semblante en su rostro.
Luego de unos minutos nos dijo que algo andaba mal y nos explicó que no
se había cerrado el tubo neural, diagnosticándote “anencefalia” (ausencia de
cerebro). Los dos nos quedamos
desconcertados, jamás nos imaginamos que algo así te podía pasar. Nos explico lo que se trataba el diagnóstico,
indicándonos que los bebes anencefálicos son bebes no viables, y que fallecen
luego de una horas de haber nacido.
El dolor en nuestros
corazones fue muy fuerte, nos sentimos angustiados y nerviosos. Como en todas las citas, nos había acompañado
Valeria, y ella de alguna manera sabía que algo les pasaba a Papá y Mamá. Al terminar la cita el doctor nos dijo que
sea cual sea nuestra decisión, él nos apoyaba.
Al entrar al auto, tu papi y yo nos pusimos a llorar mucho por lo que
estábamos pasando, tratábamos de encontrar una explicación pero no la
teníamos. Ambos necesitábamos estar
cerca de Dios y de la Virgen
y es por eso que decidimos ir a visitar a nuestro director espiritual, de quien
sus palabras nos tranquilizaron, más que nada porque sentimos que era Dios
quien nos la decía y nos hacía sentir que no estábamos solos y que siempre íbamos
a tener la compañía de Nuestra Santísima Madre, la Virgen María y nos ayudo a entender
las Gracias que habíamos recibido.
Así también tuvimos las
Gracias de conversar con otro Sacerdote amigo quien nos dio ánimos, nos habló
sobre el Amor del cual teníamos que llenarnos para ser fuertes y la serenidad y
madurez de la Fe
que el Señor nos quería llevar por medio de la cruz.
En ningún momento, se nos
pasó por la mente la posibilidad de interrumpir el embarazo; al contrario,
nosotros sentíamos que el Señor esperaba de nosotros un “Sí, Padre”, aunque en
ese momento lo que más me angustiaba era no saber como podría soportar el
sentir tus movimientos y el saber que estabas vivo y que al final no te podría
tener conmigo.
A medida que nuestros
familiares y amigos más cercanos se fueron enterando de tu diagnóstico,
comenzamos a sentir la presencia de Nuestro Señor, que se reflejaba en el amor
que nuestra familia y amigos nos entregaban, acompañándonos desde ese día hasta
ahora con sus oraciones. Algunos nos
dijeron que nuestra decisión era un acto de valentía, que era un sacrificio
pero nosotros lo sentimos como un acto de Fe, como una respuesta a ese Credo
que profesamos y que cada domingo lo confirmamos en la Santa Misa.
Al pasar los días y al estar
más tranquilos, comprendíamos que los siguientes 5 meses iban ser días difíciles,
pero con tu papi los hemos vivido tal como unos padres esperan la llegada de
su hijo.
Sólo hubo una cosa que nos preocupaba, el saber que existía la
posibilidad que mueras antes del nacimiento o que suceda al momento de
nacer. Nuestra preocupación era porque
así como lo hicimos con Valeria, queríamos que formes parte de la Iglesia de Cristo, y deseábamos
que recibas el Sacramento del Bautizo.
Desde entonces hemos pedido a la Santísima Madre,
la Virgen de la Buena Esperanza su intercesión
ante su Hijo, para que nos entregue la gracia de poder tenerte con Vida al
momento de nacer y nos permita poder bautizarte inmediatamente. Estamos llenos de esperanza de saber que
serás parte del “equipo” de Jesús, y mejor aún que jugarás en el equipo
“titular”.
Con tu papi, queríamos que
tengas un nombre por el cual todos te mencionen y que cuando recen por ti,
sepan por quien pedir, es por eso que decidimos llamarte Marcelo Andrés. Tu papi había leído la biografía de Marcelo
Javier Morsella, un joven seminarista argentino del Instituto del Verbo
Encarnado, fallecido mientras cursaba el Seminario, cuya vida fue un ejemplo de
caridad y de Amor por Jesús y la
Virgen, que es lo que nosotros deseamos de Valeria, de ti, y
de todos los hijos que el Señor nos entregue, por eso te pusimos Marcelo. Andrés te pusimos por el Apóstol San
Andrés; quien fue el primer apóstol que
llamó Jesús. Es nuestra ilusión que si
es la Voluntad
de Dios, alguno(s) de nuestros hijos sea llamado a la Vida Religiosa, entonces
sentimos que eres tú el primero de nosotros que has sido llamado por Nuestro
Padre a la Santidad
y a la Vida Eterna.
En los siguientes meses
hemos seguido con nuestras citas con el ginecólogo, entregándote la misma
atención que tuvimos con Valeria. Ha
habido momentos difíciles, de mucha pena y dolor, pero siempre nos hemos
refugiado en Cristo, buscándolo en la Eucaristía, buscando no sólo consuelo, sino
también fortaleza para seguir con esta prueba; pidiendo siempre la intercesión
de Nuestra Madre. Todos los meses muy feliz he ido a consagrarte a Jesús por
María Santísima a través de la
Virgen de la Buena
Esperanza, quien como Ella, junto a José pueden comprender nuestro dolor, ya que ellos
vivieron la dolorosa previsión de la pasión de su Hijo.
Poder explicar lo que
sentimos como tus padres es difícil, es una mezcla de sentimientos, pero que
sobresale siempre el Amor a Dios.
Humanamente no habría palabras para entenderlo, pero todo está en los misteriosos planes de Dios, al que no se le
escapa ni siquiera la caída de uno solo de nuestros cabellos. Por algún motivo que nosotros no entendemos,
Dios te ha elegido Marcelo Andrés para llevarte rápidamente a gozar en el cielo
junto a El y sus ángeles sin necesidad de que pases por las tribulaciones del
mundo. Recuerdo que Marcelo Javier
Morsella decía a Jesús, “Sé que encontrarte es mi camino…..” y el Señor te ha
enviado para que nos ayudes a seguir ese camino, que seamos constante en esa
búsqueda a pesar de que las pruebas sean difíciles, seguros de que esos
momentos El no nos olvida.
Ahora estamos a pocos 8 días de conocerte. A pesar de los dolores físicos, las molestias
propias de un embarazo, el saber que te tengo conmigo, que vives cada día, hace
que el dolor y las molestias no sean nada comparado con el amor que ambos nos
hemos entregado día a día. Con mucha
alegría escogimos el 21 de noviembre para
tu nacimiento, día que se celebra la Presentación de la Virgen María.
Es verdad que el dolor es más intenso en estos días, que los miedos y
las angustias se hacen más fuertes, pero vivimos también con la esperanza de
conocerte, de saber que vamos a compartir contigo, que Valeria te conocerá, y
quizás con la esperanza que Jesús obre un milagro. Nosotros en ningún momento te hemos ocultado,
lo hemos conversado abiertamente a todos nuestros amigos y familiares, y es
nuestro deseo que tu testimonio de vida sea conocido por mucha gente para que
sepan que con Amor y con mucha Fe existen otros caminos mejores que el
abortar. Si en alguna parte del mundo
alguien conoce tú historia, y sirve para salvar a un niño de ser abortado,
entonces, se habrá obrado el milagro que hemos pedido.
Te Amamos...