El clérigo anglicano
Thomas Malthus dio a conocer en 1798 una teoría sociológica revolucionaria.
En su Ensayo sobre el principio de la población sostiene que el crecimiento natural de la población está destinado a ser siempre mayor que el de los suministros económicos.
Con esto daba a entender que la humanidad corría el riesgo de crecer cada vez más en número y tener menos alimentos cada día, con lo que habría millones de muertos por doquier. Decía, por ejemplo, que Inglaterra no podría albergar nunca más de 10 millones de personas; pero, actualmente, tiene más de 50 millones y no hay muertos por hambre como él vaticinó.
En su Ensayo sobre el principio de la población sostiene que el crecimiento natural de la población está destinado a ser siempre mayor que el de los suministros económicos.
Con esto daba a entender que la humanidad corría el riesgo de crecer cada vez más en número y tener menos alimentos cada día, con lo que habría millones de muertos por doquier. Decía, por ejemplo, que Inglaterra no podría albergar nunca más de 10 millones de personas; pero, actualmente, tiene más de 50 millones y no hay muertos por hambre como él vaticinó.
Según sus planteamientos, debería haber un control de la población para evitar que los pobres se pudieran reproducir, pues los veía como una amenaza a la supervivencia de los demás.
Charles Darwin,
al escribir El origen de las especies, aplicó la teoría de Malthus y habló de
la selección natural como una manera de supervivencia de las razas superiores;
creando así una mentalidad racista, cuyos efectos catastróficos se pudieron
comprobar cuando los nazis lo llevaron a la práctica durante la segunda guerra
mundial[1].
Según su opinión, para que la sociedad pueda progresar es preciso eliminar a las razas menos aptas o menos dotadas. Por eso, el título completo de su primera obra, publicada en 1859, era El origen de las especies a través de la selección natural o la preservación de las razas más dotadas en la lucha por la vida.
Escribió: Entre los salvajes, los más débiles de cuerpo o de mente resultan rápidamente eliminados y los que sobreviven, generalmente exhiben un vigoroso estado de salud… Los hombres civilizados entorpecen el proceso de eliminación de los menos aptos: construimos asilos para imbéciles, para lisiados y para enfermos; promulgamos leyes para los menesterosos y nuestros profesionales de la medicina ejercitan toda su habilidad para salvar la vida de cada persona hasta el último momento...
De esta manera, los más débiles de las sociedades civilizadas propagan su debilidad. Y tal obstáculo a la severidad de la selección natural, es manifiestamente absurdo, porque nadie que haya presenciado cómo se crían los animales domésticos puede dudar de que ese obstáculo sea algo altamente dañino para la raza humana[1].
También habla de
que, al no existir el alma humana, pues el ser humano es fruto de la evolución
y selección natural, el matrimonio monógamo es algo artificial y no natural que
debe ser eliminado al igual que los seres inferiores. Sus teorías dieron pie
para el racismo y la eugenesia, eliminando así muchos derechos naturales del
ser humano.
De aquí es fácil
entender las ideas de aquellos seguidores de Malthus y Darwin que no valoran en
absoluto la vida humana y que no consideran personas con los mismos derechos a
todos los enfermos mentales, discapacitados o enfermos. Proponen la
esterilización de ellos como una posibilidad, incluso obligatoria. Y promueven
la eutanasia, el aborto, los métodos anticonceptivos y todo aquello que sirva
para el control selectivo de natalidad.
Para ellos, la vida humana sólo tiene
sentido para gozar y disfrutar. Los únicos valores supremos son el placer y la
calidad de vida. Cuando estos valores no se pueden conseguir, se promueve el suicidio o la eutanasiaC.
Y así, poco a poco, de la eutanasia de los enfermos
terminales, se pasa, como hizo Hitler, a los enfermos mentales y a todos
aquellos considerados económicamente inútiles.
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